miércoles, 28 de junio de 2017

TÚ ERES PEDRO

TÚ ERES PEDRO…
José Ros
Comunicador

Recuerdo en mi infancia que, una vez pasada la noche de San Juan con fogatas y fuegos artificiales  -todo ello permitido en la década de los 50-  los chicos reuníamos la leña que sobraba y algún que otro petardito para hacerlos arder el 28 de junio por la noche, es decir, la víspera de San Pedro y San Pablo.

Con el tiempo, debido a la reglamentación sobre el cuidado del medio ambiente y también a una disminución del espíritu católico, fue desapareciendo esta última tradición. ¿Quién se acuerda ya de Pedro y Pablo? 

Si no hay fiesta y jolgorio parece que tampoco hay santos. Por eso, ahora sin fiesta, sin saltar fogatas ni comer salchichas, intentaré recordar rápidamente que Pedro fue el hombre que recibió de Jesús el mandato “Apacienta mis ovejas” (Jn. 21:17). Así fue reconocido en la tradición cristiana, como sucesor de Jesús y, junto con Pablo, sufrieron el martirio en Roma.

Sergio Méndez Arceo, obispo de Cuernavaca, en Méxíco,
hombre cercano a su pueblo




Es importante recordar que, con el paso de los siglos, al obispo de Roma, y sucesor de Pedro, le comenzaron a añadir títulos: Vicario de Cristo, Sumo Pontífice, Cabeza de la Iglesia… Incluso a nivel político se le nombra como Jefe del Estado Vaticano, con himno y bandera del Estado y una guardia suiza…, todo lo cual no condice ni con Jesús, el Maestro, ni con los primeros discípulos.

Nuestra Iglesia católica tiene que rehacer, eliminar, suprimir y renovar muchas tradiciones y costumbres que la han ido alejando del pueblo.  




Cardenal Ottaviani, rígido defensor
de una iglesia anclada en el pasado
Por eso, 20 siglos después, sin necesidad de fogatas ni de grandes festejos, es importante recordar este 29 de junio que el papa es ante todo el obispo de Roma, “primus inter pares” (el primero entre iguales) aunque la historia ha afianzado mucho más la expresión “el primero” y ha dejado de lado el “entre iguales”.

Es importante recordar que fue en la edad Media y por disputas entre reyes e intereses personales que se fue forjando esa figura casi mítica de una persona que ha sido elegida para apoyar a su pueblo y no para recibir títulos ni beneficios, algo que el actual papa Francisco está impulsando, a pesar de la resistencia y problemas internos que le presentan algunos miembros de la curia más cercana a él.




Recordemos la célebre frase de San Agustín: «Vobis sum episcopus, vobiscum sum christianus” («Para vosotros soy obispo, con vosotros soy cristiano”).

Todos queremos ver y apoyar, al celebrar la festividad de los santos Pedro y Pablo, a ese Francisco cristiano que aceptó la responsabilidad de hacer más cristiana a la Iglesia. 


28 de junio de 2017.

martes, 16 de mayo de 2017

430 AÑOS DE LA LLEGADA DE JESUITAS

430  AÑOS ATRÁS…

Tengo entre mis manos la novela de Arturo Pérez Reverte, "La carta esférica". Y, sin sospechar en qué consistiría la trama del libro, me encuentro en la novela (¿y dónde no?), ante la presencia de los jesuitas. Un libro que me atrae por su desarrollo y suspense continuo, pero sobre todo…, porque desarrolla un período apasionante de la historia de los jesuitas cuando, en 1767, fueron expulsados de España y sus dominios, por órdenes del rey, Carlos III y seis años más tarde, suprimidos en toda la iglesia por el papa Clemente XIV.

Y pienso en los jesuitas, en ese grupo religioso del que nunca había oído hablar yo hasta mis 17 años, cuando conocí a algunos de ellos que iban a las fábricas a predicar entre obreros descreídos, hartos de una religión proclamada como oficial en el estado español por orden del dictador Franco. Y a pesar de esa rebeldía de los trabajadores y muchos sectores populares, ahí estaban ellos en aquella época en la que hubo una expansión de los “curas obreros”.

Y pienso en los jesuitas de Bolivia, cuando se oponían al concordato entre la Santa Sedes y el gobierno del dictador Bánzer. Esos jesuitas que, en la década de los 70 y junto a las mujeres mineras lucharon contra la dictadura: Luis Espinal, un ejemplo para muchos de los otros miembros de la Compañía de Jesús, asesinado por los militares;  Xavier Albó, antropólogo e investigador que dedica su vida a los indígenas de Bolivia; Gabriel Siquier que, desde Charagua, gasta años de su vida entre los guaraníes…, y así otros muchos. Jesuitas en colegios, en el observatorio San Calixto, en centros mineros…

Y pienso que hace 430 años llegaron a Bolivia y contribuyeron con su dedicación a los más excluídos de la sociedad y a los explotados por los conquistadores españoles y por la colonia, organizando las reducciones guaraníes. Pueblos como San Javier, San Ignacio (en la Chiquitanía y en Moxos) mantienen el recuerdo de aquellos fundadores de la Compañía de Jesús  -un puñado de diez soñadores-  que en 1540 consiguieron que el papa Paulo III los reconociera como orden religiosa y aprobase sus estatutos.

La novela de Arturo Pérez Reverte, "La carta esférica", nos hace revivir lo que significaron las intrigas palaciegas tanto en España como en Europa para suprimir a unos religiosos que molestaban al poder establecido, que eran capaces de denunciar a la monarquía con tal de favorecer a poblaciones indígenas (la película de Roland Joffé, La misión, es también otro testimonio de preferencia a hacia los desposeídos).
 
En 1773 el papa Clemente XIV firmó la supresión de la Compañía y también en Bolivia dejaron su misión. Tendrían que transcurrir 41 años para que otro papa, Pío VII, en agosto de 1814 restableciera la Compañía de Jesús.

Ahora los jesuitas de Santa Cruz recuerdan 203 años de su retorno a nuestra tierra. Un recuerdo que manifiesta la presencia de unos hombres que siguen apoyando la transformación de estructuras injustas y que, de acuerdo al mandato del papa Francisco jesuita también, tratan de acercarse a los descartados del sistema.


Santa Cruz, 15 de mayo de 2017.