domingo, 23 de octubre de 2016

RETAZOS DE UNA VIDA, 3ª PARTE: RADIO SANTA CRUZ

Al llegar a Santa Cruz, me encontré con la novedad de que la Hna. Emma Rioja había sido destinada por sus superioras a Cochabamba, con lo cual en enero de 1983 me correspondía iniciar el año como director de IRFA y con la misión de comprar la radio Santa Cruz  -propiedad de la familia Peña- y trasladarla a las oficinas del barrio Fe y Alegría.

En palabras del propietario de la radioemisora, podemos recordar cómo se dieron los primeros pasos, desde que la dirigió el Señor Emilio Peña y que posteriormente pasó a su hijo Emiliano: “Todos han puesto su granito de arena para hacer que ese medio creciera, hemos llegado a ocupar sitiales importantes a nivel local y a nivel nacional en cuestión de audiencia. Cuando ya mi Padre estuvo con su infección de diabetes, alguien tenía que ponerse al frente; yo ya estaba estudiando la Carrera de Derecho en la Universidad René Moreno, yo (antes) había estudiado electrónica, así que yo le ayudaba en lo técnico y en lo administrativo. Yo estuve con la Radio en el año 1972 – 1973, por ahí…, hasta el año 1983 en que pasó a FE Y ALEGRÍA”.

El nombre de la emisora era importante para IRFA puesto que hace alusión al departamento cruceño y, además, porque ese nombre estuvo sugerido por uno de los grandes personajes de la historia cruceña. Sigue su relato, Emiliano Peña: “Como se luchó por la regalía del 11%, exigieron a mi padre que tenía que cambiarle el nombre.  El Doctor Melchor Pinto Parada, que fue un Patricio Cruceño, le dice a mi padre: «tu Radio puso el pecho por su pueblo, puso al servicio de Santa Cruz, yo quiero pedirte que le pongas (el nombre de) RADIO SANTA CRUZ porque se lo han ganado y que su aniversario sea el 24 de Septiembre» y seguí el consejo de don Melchor Pinto".

El primer paso, a nivel legal, fue constituir una sociedad de responsabilidad limitada conformada por dos socios accionistas: Fe y Alegría y la Compañía de Jesús, que comprarían la emisora de los hermanos Peña. En esta tarea fue de gran apoyo el asesoramiento del abogado, Fernando Rodríguez. Y así, de la fusión de IRFA y de RADIO SANTA CRUZ, nació IRFACRUZ SRL.

El siguiente paso fue dotar a la emisora de una potencia de transmisión de 10 kws., en ondas media y corta, de tal forma que en las comunidades más alejadas de la ciudad pudieran escuchar no solamente ya las clases de El Maestro en Casa, sino los programas, informativos y de entretenimiento propios de toda radio.

En toda la tarea técnica se pudo contar con Gabriel Arauz (que ya trabajaba en IRFA con la hermana Emma) y con la visión siempre práctica de Álvaro Puente y la orientación de un experto ingeniero, Javier Adelantado, que se trasladó más de una vez, desde Sucre. Transmisores, grabadoras, micrófonos y otros equipos los compramos en Miami, mientras que la antena de 80 metros la adquirimos en Brasil.

Pronto empezó a sonar en el éter una melodía, escrita y cantada por el camba Florencio, acompañado por Marcelo Zanabria, que se convirtió en la característica de radio Santa Cruz:

Tonadas que son ciclajes,
Cual canto tierno del sayubú,
Que cuanto más las escuchas
Más te entretiene radio Santa Cruz.
Con su mensaje educando,
Opina y orienta, cumpa singular,
Cual torcaza mensajera
Informao te tiene radio Santa Cruz”.
El reto era grande: había que crear un espacio informativo (Informacruz, dirigido por Fortunato Esquivel y Nataniel Álvarez); había que incorporar algunas lenguas indígenas para aquellos que en la distancia nos escuchaban y así nació el informativo trilingüe (castellano, quechua y guaraní, conducido por Marcelo Huanca) y no se podía dejar de lado el papel de la mujer, tantas veces postergada en Santa Cruz: la radio revista “Mujeres del Pueblo”, conducida por Miriam Suárez, se dedicó a resaltar los derechos de la mujer.
La participación del pueblo era fundamental en el enfoque de una radio popular y comunitaria, por ello, los sábados se creó el programa “La Peñita del Pueblo” -conducido por Juan Miguel Zambrana- que invitaba a cantar a diferentes representantes de los barrios, de entre los cuales surgieron algunas voces destacadas.
¿Una emisora subversiva?
En la década de los ’80, Bolivia salía de años de dictadura militar y se iniciaba el período democrático con el retorno de la Unión Democrática Popular (UDP), bajo la Presidencia de Hernán Siles Suazo. Eran años de transición y, especialmente en el Oriente Boliviano, predominaba dentro de la política un enfoque conservador.
De ahí que, comenzar con una radioemisora que hablaba a favor de los campesinos y los pueblos indígenas, que denunciaba el abuso de algunos terratenientes y promover los derechos de las mujeres, significó crear un cierto ambiente adverso a la radio Santa Cruz, aun cuando los sectores populares estaban totalmente a favor de esa emisora.
Un ejemplo patente fue la denuncia de la masacre llevada a cabo en San Julián, en 1985, cuando un empresario disparó contra campesinos quechuas que habían migrado desde Potosí para colonizar aquel municipio. Como reacción, los mismos campesinos mataron a dicho empresario. La reacción de los medios de comunicación privados y de los sectores conservadores de la Falange y del Comité Cívico cruceño fue tajante e intentaron vengar, por una parte, la sangre del “patricio cruceño” y, por otra, atacar a la radio Santa Cruz que salió en defensa de los campesinos.[1]
Con el transcurso de los años, Radio Santa Cruz iría ganando un espacio preferencial en el área rural gracias a la potencia del transmisor de onda corta, y del enfoque de los programas informativos y de participación.




[1] Arteaga Leonor, La Masacre de San Julián, Edición Defensoría del Pueblo. La Paz.

lunes, 17 de octubre de 2016

RETAZOS DE UNA VIDA 2ª Parte. IRFA

El instituto radiofónico Fe y Alegría (IRFA) era una adaptación a Bolivia de la experiencia nacida en las islas Canarias, también bajo la dirección de los jesuitas. El IRFA canario fue una respuesta al avance económico y turístico de España en la década de los ’60.  La idea fue ofrecer cursos de educación primaria y también idiomas a los trabajadores de las islas canarias para que pudieran insertarse en el desarrollo turístico de las islas.

El 4 de agosto de 1961, el presidente constitucional Víctor Paz Estensoro había promulgado el D.S. Nº 06931 en el que se reconocía a la Iglesia Católica la personería jurídica para ejercer la enseñanza en todo el territorio nacional.

Ese experimento de capacitación por radio, nacido en las Islas Canarias para mejorar los conocimientos de adultos que no habían podido ir a la escuela, se trasladó a la República Dominicana y de ahí llegó a Bolivia. 

En 1975 los jesuitas sugirieron el inicio de una experiencia radiofónica pero adaptada a las necesidades de los sectores populares de Santa Cruz. Y el inicio del trabajo correspondió a la hermana Emma Rioja, que junto a un pequeño grupo de maestros rurales iniciaron la preparación de locutores de radio y la realización de textos de educación popular.

Durante todo el año de 1975 se prepara, por una parte, al equipo pedagógico (serán ellos los que grabarán las clases radiofónicas) y, por otra, a un pequeño grupo que se trasladará por los barrios de la ciudad en moto perifoneando el inicio de unas clases por radio y animando a quienes los veían incrédulamente para que se inscribieran al primer curso.

Nombres como César Peña, Victoria Rosales, Ilse Arias, Ricardo Joaquín, Mario Panique, María Ribera, Martha Senzano, Ana María Pedriel, Enrique Aguilar, Catalina Rodríguez, Rodolfo Rivas, Eyda Núñez, Ever Rojas (Mosito), Germán Vaca, Armando Vásquez, Carlos Coca y Gueisa Peña fueron la piedra fundamental, junto a las religiosas fundadoras: Emma Rioja, Rosalba del Valle y Emilia Gómez

Un año después, en 1976, a través de las emisoras de radio  -Oriental, Grigotá y Santa Cruz, en Santa Cruz de la Sierra, y radio Mensaje y Norte, en Montero-  salieron al aire las primeras clases de educación de adultos dirigidas a los clubes de madres y, posteriormente, a comunidades rurales.

Dos nombres que no se puede pasar por alto y que fueron piezas clave en el desarrollo de IRFA: Germán Vaca, cariñosamente apodado “Chicharrón”, como promotor de la zona norte en Montero y Enrique Aguilar, como técnico de imprenta, ambos ya fallecidos.

Y otro nombre que fue puntal en el trabajo de IRFA es el de Fanny Perrogón. El 1 de febrero de 1978 inició su tarea junto a la fundadora Emma Rioja: “Empecé de secretaria de IRFA  -nos relata Fanny como testimonio-, luego auxiliar contable y terminé de Contadora. No trabajaba con los promotores directamente, pero me tocaba ir de gira algunos fines de semana, sobre todo cuando se aplicaban los exámenes, o a visitar a los Maestros Guías. Cuando se hacían cursillos de Maestros Guías iba a Muyurina a participar de los talleres”.

Del inicio de IRFA y del entusiasmo de los fundadores se fue pasando a una etapa de mayor organización y ampliación del trabajo; para ello, se incorporó la experiencia de enseñar el evangelio por radio y, como una sección del IRFA, se creó EVARUR (Evangelización Rural por Radio). Ese paso significó la incorporación de dos religiosas, Madela Sainz y Bárbara Barr, además de Juan Miguel Zambrana, Eliseo Morón y Carmen Coca.

El tiempo avanza, las necesidades se agrandan y de una pequeña infraestructura en la calle Colón, se adquiere un terreno y local propio en el barrio Fe y Alegría  -lugar en el que permanece hasta el día de hoy-. No solamente se cambia de oficina, sino que se contempla la necesidad de no depender de las emisoras que transmitían las clases. 

Nuevamente, la Hna. Emma Rioja en conversaciones con los jesuitas de la parroquia de La Merced consideran la importancia de disponer de una emisora propia: de esa forma se podría escoger los horarios más convenientes para las clases sin estar supeditados a las publicidades comerciales y/o a las transmisiones de fútbol que las emisoras privadas consideraban prioritarias.

El trabajo en aquellos años estaba inspirado más por la mística que por el interés económico. Por eso, la misma Fanny nos recordará que cuando realizaron el I Seminario de IRFA en “Muyurina, en octubre de 1978 se realizó un seminario a nivel latinoamericano denominado "Curriculum Radiofónico" auspiciado por ALER y la sede fue IRFA. La Hna. Emma me mandó de secretaria a ese seminario. Luego de tres semanas, hubo una última semana donde se reunieron los Directores de las Escuelas Radiofónicas solamente, y en la misma también me tuve que quedar de secretaria pero estuve solamente el día lunes, porque murió mi padre biológico y me tuve que ausentar. Regresé a Muyurina luego del funeral y antes de terminar la reunión de directores tuve que irme a Santa Cruz a mecanografiar el informe final del seminario para que se lo llevaran los directores. Trabajé más de 40 horas seguidas sin dormir pero logré terminarlo a tiempo”.

El trabajo no se limitaba solamente a la impresión de documentos, sino que también había que desplazarse a las comunidades campesinas, a pesar de que los caminos no siempre eran cómodos y transitables. Por eso, Fanny, recordará también aquellos caminos por donde transitaba en el Toyota, hace más de treinta años: “Recuerdo los caminos malos y las plantadas que nos dábamos en la noche; una vez estábamos desde atrás empujando el Land Cruiser para sacarlo porque estaba enfangado, y la traviesa de Toya pisó el acelerador y nos bañó de barro a todos los que estábamos por atrás empujando”.


En 1982, después de reflexión y búsqueda de financiamiento en el exterior, la Hna. Emma Rioja consigue el apoyo de Holanda para la adquisición de una radioemisora con las frecuencias de ondas media y corta y un nombre que la señalaba como una insignia para nuestro departamento: Radio Santa Cruz. Emma se retira de Irfa al finalizar ese año y asumo la dirección al comienzo de 1983…

miércoles, 5 de octubre de 2016

RETAZOS DE UNA VIDA: IRFA Y RADIO SANTA CRUZ

1ª Parte. Un 12 de octubre de 1982

No trato de realizar ninguna apología de esa fecha, gloriosa para unos, vergonzosa para otros. Es más, no creo en el mito del “descubrimiento” ni en el intento de socapar una brutal represión bajo el eufemismo de “encuentro” de culturas”. Pero por esas situaciones de la vida, fue justamente en esa fecha cuando me encontré con el P. Víctor Blajot, en la ciudad de La Paz. Don Víctor era un jesuita venerable, querido por muchos y también rechazado  -¿y quién no lo es?-  por unos pocos.

El P. Blajot había llegado a Bolivia en 1963, con la experiencia acumulada de haber sido maestro formador de novicios, superior de la provincia jesuítica de Cataluña, asistente del superior General de los jesuitas en Roma y otros muchos cargos más…

Aunque como buen catalán tenía sus rasgos de tacañería  -cuando dejé la Compañía de Jesús, no quiso darme un simple finiquito de $us. 600.- único patrimonio que tenía para recomenzar con 35 años una vida de laico-, sin embargo había un mutuo sentimiento de simpatía y amistad. Y ese cariño se afianzó y aumentó cuando dejé de ser jesuita.

Ese 12 de octubre marcaría un cambio importante en mi vida. Desde que llegué a Bolivia, siempre había trabajado en la región andina, con los campesinos aymaras del norte de La Paz. Al encontrarnos ese 12 de octubre de 1982, el P. Víctor me abordó directamente:

-Con el Instituto Radiofónico Fe y Alegría estamos iniciando una radio educativa en Santa Cruz de la Sierra. La directora, la religiosa Emma Rioja, tiene que trasladarse a Cochabamba y necesitamos a alguien que asuma la puesta en marcha de esa emisora. ¿Te animarías a ir a Santa Cruz para asumir la dirección del IRFA y comenzar con la radio? 

Me sorprendió la pregunta y me agradó la confianza que mostraba en mí. Después de consultarlo con mi esposa, la respuesta fue afirmativa. Nos daba un poco de temor, pues esa decisión significaría cambio de vivienda, de escuela para mis hijas  -que ya habían tenido otro cambio de Barcelona a Iquitos, en Perú, y de ahí a La Paz-, de círculo de amistades y de clima. Pero también era un desafío y la vida está llena de interrogantes y de cambios… Al menos, así lo viví desde que dejé la casa de mis padres a los 17 años. Ahora, con 42 años, seguiría cambiando y caminando por nuevas rutas.

Con esa decisión y para conocer algo en qué consistiría mi nueva tarea, a fines de noviembre del 1982, aterricé en el aeropuerto del Trompillo. A ese mismo aeropuerto había llegado en julio de 1964, después de un viaje por barco desde Barcelona hasta el puerto de Santos, en Brasil, y de ahí, por avión, a Santa Cruz. En aquel momento, Santa Cruz fue una etapa de paso hacia mi destino en la ciudad de Sucre, donde permanecería durante tres años trabajando como profesor. Ahora, dieciocho años después, retornaba con mi familia para radicar en las tierras bajas de Bolivia.

Al llegar al aeropuerto, mi primera sorpresa fue encontrarme con Álvaro Puente, que había ido a recibirme acompañado de Rosalba del Valle, religiosa dominica que trabajaba en el Instituto Radiofónico Fe y Alegría desde su fundación. 

Fue un primer contacto con el IRFA. En aquel encuentro de dos días pude conocer una institución que había nacido impulsada por otra religiosa, Emma Rioja, con la inspiración de los jesuitas, Tomás García Garrote y Víctor Blajot. Y de ese encuentro brotó el compromiso de incorporarme al comenzar 1983: el año nuevo nacería con una tarea nueva.