viernes, 21 de agosto de 2015

RETAZOS DE UNA VIDA. Cap. 14: DE NUEVO EL MAR (3ª parte)

Veintidós días de viaje por mar ofrecen momentos de relax, de serenidad al contemplar el inmenso azul sin límites, pero también hay días monótonos en los que sólo el sonido del oleaje golpeando el navío o la visión de los delfines siguiendo la estela del barco nos acompañan en esa mini-ciudad flotante.

Bautizo del ecuador

Cuando salimos de Barcelona y durante la primera mitad del viaje, nos trasladamos por el hemisferio norte: nuestra brújula está dirigida siempre hacia la estrella Polar, aquella que guiaba a los navegantes que se atrevieron a surcar los mares en busca de nuevos mundos. Es la única estrella que no se mueve del sitio y por eso ofrece confianza como punto de orientación.

Esa misma estrella  -nos dirá el capitán del barco-,  a pesar del radar y de la tecnología moderna, sigue orientando a los navíos para que no pierdan el rumbo”. Y efectivamente, cada noche, desde el puente de mando en la proa, comprueba su brújula para que se mantenga firme en la ruta. “¿Y si hay niebla o llueve?”         -pregunto al capitán-.  “En ese caso disponemos del radar”.   

Transcurridos varios días de navegación y después de dejar atrás el mar colombiano aparece en el horizonte otra constelación diferente: la Cruz del Sur, mientras la estrella Polar se difumina cada vez más lejana en la bóveda celeste…


La Cruz del Sur nos guiará en adelante y será nuestra guía hasta llegar a Bolivia y contemplarla como fiel compañera en ese altiplano paceño tachonado de estrellas.



El paso de un hemisferio al otro es motivo de festejo y la tripulación prepara una gran fiesta para celebrar el acontecimiento. Entre bebida, cánticos y baile, la actividad que despierta más el interés es el bautizo del ecuador: aquellas personas que realizan por vez primera el viaje y pasan por el ecuador son echadas a la piscina en medio de la algarabía y alguna que otra queja por parte de quienes desean tranquilidad y no mojazón…, pero al final, las sonrisas y la alegría se imponen.

Por suerte para los dos jesuitas navegantes, ya habíamos cruzado el ecuador cuando realizamos nuestro primer viaje, en 1964. En aquella ocasión, no nos mojaron por eso del respeto a la sotana que llevábamos. Ahora, vestidos de civil y sin distintivos especiales nos limitamos a explicar que hacía tiempo habíamos sido bautizados, no con agua del mar, sino en la pila de bautismo de nuestras parroquias…

Guayaquil

Como ocurre en todos los puertos siempre se encuentran abarrotados de trabajadores que cargan y descargan los barcos, policías que tratan de sacar algún beneficio de los productos importados, vendedores ambulantes y un sinfín de personas que hacen algo antipático el ambiente. Y Guayaquil no es la excepción…

Entre y seis y ocho horas de escala para que desciendan algunos pasajeros y otros suban, camino a Chile. Como en las otras etapas, Ramón y yo paseamos por el centro de una ciudad que no ha quedado muy grabada en mi memoria. Guayaquil no me impacta y espero que pasen los minutos para que la sirena del barco anuncie nuestra partida hacia Lima.

Lima

Al acercarnos al Perú se siente más cercano el ambiente sudamericano. Vecino de Bolivia, con un altiplano con el que comparte el lago Titicaca y una historia incaica similar, la escala en Lima resulta más atractiva porque además en el puerto del Callao nos espera una gran amiga, compañera de estudios en Lumen Vitae, en Bruselas. 

Con ella visitamos el majestuoso centro colonial limeño y nos lleva a conocer uno de los “pueblos jóvenes”   -genial eufemismo para designar a los campesinos que migraban desde el altiplano a la capital atraídos por el “encanto” de la modernidad-   en donde ella vivía en comunidad con otras religiosas.

La experiencia fue muy positiva y nos fortaleció para realizar la última etapa antes de llegar a Arica y dejar de contemplar el mar…

Arica, fin de la travesía

Por fin llegamos a Arica con la alegría de saber que estamos ya cerca de nuestra Bolivia, aunque con la inquietud de no tener mucha información sobre el asalto al palacio Quemado, en La Paz, llevado a cabo por Hugo Bánzer y otros golpistas.

El transatlántico es grande y sólo descenderemos en Arica cuatro pasajeros. El capitán nos comenta que la tasa por amarrar en un puerto es muy cara y, como quien dice, no vale la pena ese gasto para tan sólo unos pocos viajeros. 

Pide una lancha que al ser liviana y más rápida nos llevará al puerto:

-Traigan sus maletas para colocarlas en la lancha, mientras nos da un apretón de manos, pero…  
Capitán, además de las maletas llevamos también carga en la bodega, le recordamos cortésmente.

La puerta de la bodega se abre y con una grúa van subiendo a la cubierta nuestra “humilde” carga: ¡tornos y fresadoras para una escuela mecánica de Oruro! Y es que, en Barcelona, los jesuitas recogían toda la ayuda posible para Bolivia y aprovechaban los viajes de misioneros  para enviarla como “equipaje acompañado”, que resultaba mucho más barato. Gran sabiduría de los jesuitas que, como buenos catalanes, saben ahorrar…

El capitán tiene que pedir una barcaza extra, en la que pueda colocar toda la pesada carga, mientras que los cuatro pasajeros llegamos al muelle en la lancha.


Bánzer Suárez, flanqueado por Paz Estenssoro, del MNR y Mario Guriérrez de FSB
¡Por fin en tierra firme! El primero de septiembre de 1971, en el ferrobús Arica - La Paz realizaremos nuestra última etapa antes de pisar tierra boliviana y encontrarnos con la realidad de una dictadura que durará siete años…

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