domingo, 23 de octubre de 2016

RETAZOS DE UNA VIDA, 3ª PARTE: RADIO SANTA CRUZ

Al llegar a Santa Cruz, me encontré con la novedad de que la Hna. Emma Rioja había sido destinada por sus superioras a Cochabamba, con lo cual en enero de 1983 me correspondía iniciar el año como director de IRFA y con la misión de comprar la radio Santa Cruz  -propiedad de la familia Peña- y trasladarla a las oficinas del barrio Fe y Alegría.

En palabras del propietario de la radioemisora, podemos recordar cómo se dieron los primeros pasos, desde que la dirigió el Señor Emilio Peña y que posteriormente pasó a su hijo Emiliano: “Todos han puesto su granito de arena para hacer que ese medio creciera, hemos llegado a ocupar sitiales importantes a nivel local y a nivel nacional en cuestión de audiencia. Cuando ya mi Padre estuvo con su infección de diabetes, alguien tenía que ponerse al frente; yo ya estaba estudiando la Carrera de Derecho en la Universidad René Moreno, yo (antes) había estudiado electrónica, así que yo le ayudaba en lo técnico y en lo administrativo. Yo estuve con la Radio en el año 1972 – 1973, por ahí…, hasta el año 1983 en que pasó a FE Y ALEGRÍA”.

El nombre de la emisora era importante para IRFA puesto que hace alusión al departamento cruceño y, además, porque ese nombre estuvo sugerido por uno de los grandes personajes de la historia cruceña. Sigue su relato, Emiliano Peña: “Como se luchó por la regalía del 11%, exigieron a mi padre que tenía que cambiarle el nombre.  El Doctor Melchor Pinto Parada, que fue un Patricio Cruceño, le dice a mi padre: «tu Radio puso el pecho por su pueblo, puso al servicio de Santa Cruz, yo quiero pedirte que le pongas (el nombre de) RADIO SANTA CRUZ porque se lo han ganado y que su aniversario sea el 24 de Septiembre» y seguí el consejo de don Melchor Pinto".

El primer paso, a nivel legal, fue constituir una sociedad de responsabilidad limitada conformada por dos socios accionistas: Fe y Alegría y la Compañía de Jesús, que comprarían la emisora de los hermanos Peña. En esta tarea fue de gran apoyo el asesoramiento del abogado, Fernando Rodríguez. Y así, de la fusión de IRFA y de RADIO SANTA CRUZ, nació IRFACRUZ SRL.

El siguiente paso fue dotar a la emisora de una potencia de transmisión de 10 kws., en ondas media y corta, de tal forma que en las comunidades más alejadas de la ciudad pudieran escuchar no solamente ya las clases de El Maestro en Casa, sino los programas, informativos y de entretenimiento propios de toda radio.

En toda la tarea técnica se pudo contar con Gabriel Arauz (que ya trabajaba en IRFA con la hermana Emma) y con la visión siempre práctica de Álvaro Puente y la orientación de un experto ingeniero, Javier Adelantado, que se trasladó más de una vez, desde Sucre. Transmisores, grabadoras, micrófonos y otros equipos los compramos en Miami, mientras que la antena de 80 metros la adquirimos en Brasil.

Pronto empezó a sonar en el éter una melodía, escrita y cantada por el camba Florencio, acompañado por Marcelo Zanabria, que se convirtió en la característica de radio Santa Cruz:

Tonadas que son ciclajes,
Cual canto tierno del sayubú,
Que cuanto más las escuchas
Más te entretiene radio Santa Cruz.
Con su mensaje educando,
Opina y orienta, cumpa singular,
Cual torcaza mensajera
Informao te tiene radio Santa Cruz”.
El reto era grande: había que crear un espacio informativo (Informacruz, dirigido por Fortunato Esquivel y Nataniel Álvarez); había que incorporar algunas lenguas indígenas para aquellos que en la distancia nos escuchaban y así nació el informativo trilingüe (castellano, quechua y guaraní, conducido por Marcelo Huanca) y no se podía dejar de lado el papel de la mujer, tantas veces postergada en Santa Cruz: la radio revista “Mujeres del Pueblo”, conducida por Miriam Suárez, se dedicó a resaltar los derechos de la mujer.
La participación del pueblo era fundamental en el enfoque de una radio popular y comunitaria, por ello, los sábados se creó el programa “La Peñita del Pueblo” -conducido por Juan Miguel Zambrana- que invitaba a cantar a diferentes representantes de los barrios, de entre los cuales surgieron algunas voces destacadas.
¿Una emisora subversiva?
En la década de los ’80, Bolivia salía de años de dictadura militar y se iniciaba el período democrático con el retorno de la Unión Democrática Popular (UDP), bajo la Presidencia de Hernán Siles Suazo. Eran años de transición y, especialmente en el Oriente Boliviano, predominaba dentro de la política un enfoque conservador.
De ahí que, comenzar con una radioemisora que hablaba a favor de los campesinos y los pueblos indígenas, que denunciaba el abuso de algunos terratenientes y promover los derechos de las mujeres, significó crear un cierto ambiente adverso a la radio Santa Cruz, aun cuando los sectores populares estaban totalmente a favor de esa emisora.
Un ejemplo patente fue la denuncia de la masacre llevada a cabo en San Julián, en 1985, cuando un empresario disparó contra campesinos quechuas que habían migrado desde Potosí para colonizar aquel municipio. Como reacción, los mismos campesinos mataron a dicho empresario. La reacción de los medios de comunicación privados y de los sectores conservadores de la Falange y del Comité Cívico cruceño fue tajante e intentaron vengar, por una parte, la sangre del “patricio cruceño” y, por otra, atacar a la radio Santa Cruz que salió en defensa de los campesinos.[1]
Con el transcurso de los años, Radio Santa Cruz iría ganando un espacio preferencial en el área rural gracias a la potencia del transmisor de onda corta, y del enfoque de los programas informativos y de participación.




[1] Arteaga Leonor, La Masacre de San Julián, Edición Defensoría del Pueblo. La Paz.

lunes, 17 de octubre de 2016

RETAZOS DE UNA VIDA 2ª Parte. IRFA

El instituto radiofónico Fe y Alegría (IRFA) era una adaptación a Bolivia de la experiencia nacida en las islas Canarias, también bajo la dirección de los jesuitas. El IRFA canario fue una respuesta al avance económico y turístico de España en la década de los ’60.  La idea fue ofrecer cursos de educación primaria y también idiomas a los trabajadores de las islas canarias para que pudieran insertarse en el desarrollo turístico de las islas.

El 4 de agosto de 1961, el presidente constitucional Víctor Paz Estensoro había promulgado el D.S. Nº 06931 en el que se reconocía a la Iglesia Católica la personería jurídica para ejercer la enseñanza en todo el territorio nacional.

Ese experimento de capacitación por radio, nacido en las Islas Canarias para mejorar los conocimientos de adultos que no habían podido ir a la escuela, se trasladó a la República Dominicana y de ahí llegó a Bolivia. 

En 1975 los jesuitas sugirieron el inicio de una experiencia radiofónica pero adaptada a las necesidades de los sectores populares de Santa Cruz. Y el inicio del trabajo correspondió a la hermana Emma Rioja, que junto a un pequeño grupo de maestros rurales iniciaron la preparación de locutores de radio y la realización de textos de educación popular.

Durante todo el año de 1975 se prepara, por una parte, al equipo pedagógico (serán ellos los que grabarán las clases radiofónicas) y, por otra, a un pequeño grupo que se trasladará por los barrios de la ciudad en moto perifoneando el inicio de unas clases por radio y animando a quienes los veían incrédulamente para que se inscribieran al primer curso.

Nombres como César Peña, Victoria Rosales, Ilse Arias, Ricardo Joaquín, Mario Panique, María Ribera, Martha Senzano, Ana María Pedriel, Enrique Aguilar, Catalina Rodríguez, Rodolfo Rivas, Eyda Núñez, Ever Rojas (Mosito), Germán Vaca, Armando Vásquez, Carlos Coca y Gueisa Peña fueron la piedra fundamental, junto a las religiosas fundadoras: Emma Rioja, Rosalba del Valle y Emilia Gómez

Un año después, en 1976, a través de las emisoras de radio  -Oriental, Grigotá y Santa Cruz, en Santa Cruz de la Sierra, y radio Mensaje y Norte, en Montero-  salieron al aire las primeras clases de educación de adultos dirigidas a los clubes de madres y, posteriormente, a comunidades rurales.

Dos nombres que no se puede pasar por alto y que fueron piezas clave en el desarrollo de IRFA: Germán Vaca, cariñosamente apodado “Chicharrón”, como promotor de la zona norte en Montero y Enrique Aguilar, como técnico de imprenta, ambos ya fallecidos.

Y otro nombre que fue puntal en el trabajo de IRFA es el de Fanny Perrogón. El 1 de febrero de 1978 inició su tarea junto a la fundadora Emma Rioja: “Empecé de secretaria de IRFA  -nos relata Fanny como testimonio-, luego auxiliar contable y terminé de Contadora. No trabajaba con los promotores directamente, pero me tocaba ir de gira algunos fines de semana, sobre todo cuando se aplicaban los exámenes, o a visitar a los Maestros Guías. Cuando se hacían cursillos de Maestros Guías iba a Muyurina a participar de los talleres”.

Del inicio de IRFA y del entusiasmo de los fundadores se fue pasando a una etapa de mayor organización y ampliación del trabajo; para ello, se incorporó la experiencia de enseñar el evangelio por radio y, como una sección del IRFA, se creó EVARUR (Evangelización Rural por Radio). Ese paso significó la incorporación de dos religiosas, Madela Sainz y Bárbara Barr, además de Juan Miguel Zambrana, Eliseo Morón y Carmen Coca.

El tiempo avanza, las necesidades se agrandan y de una pequeña infraestructura en la calle Colón, se adquiere un terreno y local propio en el barrio Fe y Alegría  -lugar en el que permanece hasta el día de hoy-. No solamente se cambia de oficina, sino que se contempla la necesidad de no depender de las emisoras que transmitían las clases. 

Nuevamente, la Hna. Emma Rioja en conversaciones con los jesuitas de la parroquia de La Merced consideran la importancia de disponer de una emisora propia: de esa forma se podría escoger los horarios más convenientes para las clases sin estar supeditados a las publicidades comerciales y/o a las transmisiones de fútbol que las emisoras privadas consideraban prioritarias.

El trabajo en aquellos años estaba inspirado más por la mística que por el interés económico. Por eso, la misma Fanny nos recordará que cuando realizaron el I Seminario de IRFA en “Muyurina, en octubre de 1978 se realizó un seminario a nivel latinoamericano denominado "Curriculum Radiofónico" auspiciado por ALER y la sede fue IRFA. La Hna. Emma me mandó de secretaria a ese seminario. Luego de tres semanas, hubo una última semana donde se reunieron los Directores de las Escuelas Radiofónicas solamente, y en la misma también me tuve que quedar de secretaria pero estuve solamente el día lunes, porque murió mi padre biológico y me tuve que ausentar. Regresé a Muyurina luego del funeral y antes de terminar la reunión de directores tuve que irme a Santa Cruz a mecanografiar el informe final del seminario para que se lo llevaran los directores. Trabajé más de 40 horas seguidas sin dormir pero logré terminarlo a tiempo”.

El trabajo no se limitaba solamente a la impresión de documentos, sino que también había que desplazarse a las comunidades campesinas, a pesar de que los caminos no siempre eran cómodos y transitables. Por eso, Fanny, recordará también aquellos caminos por donde transitaba en el Toyota, hace más de treinta años: “Recuerdo los caminos malos y las plantadas que nos dábamos en la noche; una vez estábamos desde atrás empujando el Land Cruiser para sacarlo porque estaba enfangado, y la traviesa de Toya pisó el acelerador y nos bañó de barro a todos los que estábamos por atrás empujando”.


En 1982, después de reflexión y búsqueda de financiamiento en el exterior, la Hna. Emma Rioja consigue el apoyo de Holanda para la adquisición de una radioemisora con las frecuencias de ondas media y corta y un nombre que la señalaba como una insignia para nuestro departamento: Radio Santa Cruz. Emma se retira de Irfa al finalizar ese año y asumo la dirección al comienzo de 1983…

miércoles, 5 de octubre de 2016

RETAZOS DE UNA VIDA: IRFA Y RADIO SANTA CRUZ

1ª Parte. Un 12 de octubre de 1982

No trato de realizar ninguna apología de esa fecha, gloriosa para unos, vergonzosa para otros. Es más, no creo en el mito del “descubrimiento” ni en el intento de socapar una brutal represión bajo el eufemismo de “encuentro” de culturas”. Pero por esas situaciones de la vida, fue justamente en esa fecha cuando me encontré con el P. Víctor Blajot, en la ciudad de La Paz. Don Víctor era un jesuita venerable, querido por muchos y también rechazado  -¿y quién no lo es?-  por unos pocos.

El P. Blajot había llegado a Bolivia en 1963, con la experiencia acumulada de haber sido maestro formador de novicios, superior de la provincia jesuítica de Cataluña, asistente del superior General de los jesuitas en Roma y otros muchos cargos más…

Aunque como buen catalán tenía sus rasgos de tacañería  -cuando dejé la Compañía de Jesús, no quiso darme un simple finiquito de $us. 600.- único patrimonio que tenía para recomenzar con 35 años una vida de laico-, sin embargo había un mutuo sentimiento de simpatía y amistad. Y ese cariño se afianzó y aumentó cuando dejé de ser jesuita.

Ese 12 de octubre marcaría un cambio importante en mi vida. Desde que llegué a Bolivia, siempre había trabajado en la región andina, con los campesinos aymaras del norte de La Paz. Al encontrarnos ese 12 de octubre de 1982, el P. Víctor me abordó directamente:

-Con el Instituto Radiofónico Fe y Alegría estamos iniciando una radio educativa en Santa Cruz de la Sierra. La directora, la religiosa Emma Rioja, tiene que trasladarse a Cochabamba y necesitamos a alguien que asuma la puesta en marcha de esa emisora. ¿Te animarías a ir a Santa Cruz para asumir la dirección del IRFA y comenzar con la radio? 

Me sorprendió la pregunta y me agradó la confianza que mostraba en mí. Después de consultarlo con mi esposa, la respuesta fue afirmativa. Nos daba un poco de temor, pues esa decisión significaría cambio de vivienda, de escuela para mis hijas  -que ya habían tenido otro cambio de Barcelona a Iquitos, en Perú, y de ahí a La Paz-, de círculo de amistades y de clima. Pero también era un desafío y la vida está llena de interrogantes y de cambios… Al menos, así lo viví desde que dejé la casa de mis padres a los 17 años. Ahora, con 42 años, seguiría cambiando y caminando por nuevas rutas.

Con esa decisión y para conocer algo en qué consistiría mi nueva tarea, a fines de noviembre del 1982, aterricé en el aeropuerto del Trompillo. A ese mismo aeropuerto había llegado en julio de 1964, después de un viaje por barco desde Barcelona hasta el puerto de Santos, en Brasil, y de ahí, por avión, a Santa Cruz. En aquel momento, Santa Cruz fue una etapa de paso hacia mi destino en la ciudad de Sucre, donde permanecería durante tres años trabajando como profesor. Ahora, dieciocho años después, retornaba con mi familia para radicar en las tierras bajas de Bolivia.

Al llegar al aeropuerto, mi primera sorpresa fue encontrarme con Álvaro Puente, que había ido a recibirme acompañado de Rosalba del Valle, religiosa dominica que trabajaba en el Instituto Radiofónico Fe y Alegría desde su fundación. 

Fue un primer contacto con el IRFA. En aquel encuentro de dos días pude conocer una institución que había nacido impulsada por otra religiosa, Emma Rioja, con la inspiración de los jesuitas, Tomás García Garrote y Víctor Blajot. Y de ese encuentro brotó el compromiso de incorporarme al comenzar 1983: el año nuevo nacería con una tarea nueva.





domingo, 28 de agosto de 2016

RETAZOS DE UNA VIDA. LA UAGRM, UNA EXPERIENCIA MÁS EN MI DEAMBULAR POR BOLIVIA. 2ª PARTE

II. EL LABORATORIO DE RADIO

El semestre siguiente aumentó considerablemente el número de alumnos. El primer día de clase oigo un golpeteo de zapatos sobre el pasillo del módulo; unas chicas jóvenes entran rápidamente y se sientan en primera fila. Sonrisas, caras nuevas:

-¿Empezamos?, pregunto.
Una de las chicas, con toda espontaneidad, exclama:
-Faltan unos cuantos todavía, licen…
-¿Han de venir más?
-Y los que vendrán, me responde…

Efectivamente, de la docena de estudiantes con los que comencé el anterior semestre, ahora pasan de cuarenta. En semestres siguientes, llegaría a tener hasta 120 en un aula, a donde llegaban como hormiguitas, cargando sus pupitres al hombro (otra de las características durante unos cuantos años más en la Facultad de Humanidades sería la falta de asientos para los estudiantes…) y aquellos que no encontraban espacio dentro del aula, escuchaban desde afuera, apoyados en la ventana. Una satisfacción para un profesor, pero una dificultad didáctica para contactarse con cursos numerosos…

¿La radio? Esa fue la primera inquietud que compartí con los jóvenes: ¿por qué no hacemos un proyecto para presentar a la dirección de la carrera la adquisición de una emisora universitaria? La UAGRM tenía (y sigue actualmente) un canal de televisión: Canal 11, era el más antiguo de Santa Cruz y pionero a nivel nacional. ¿Por qué no disponer de una radioemisora cultural e informativa? 

Había que conseguir todo: mezclador de sonidos, amplificador, micrófonos con sus pedestales, grabadoras… ¡y un local o aula donde instalar todo! Por las buenas no era fácil obtener respuesta de las autoridades universitarias. Ni al decano ni al rector les interesaba mucho destinar fondos para la compra de equipos. Sólo quedaba una solución: la huelga de hambre. Los estudiantes del centro interno de comunicación instalaron en un aula un piquete de huelga. El decano, casualmente, tomó sus vacaciones en esos días. El rector, instalado en su despacho, no tenía tiempo para atender las demandas…

La medida surtió efecto. Después de varios días de huelga de hambre, cuando algunos estudiantes fueron reemplazados por otros y parecía que se iban a debilitar por la falta de apoyo, apareció el decano con un cheque en la mano, para que se levantara la huelga. Tanto los chicos como las chicas eran conscientes de esa lucha iniciada:

-¡No basta con ver un cheque! ¡No levantaremos la huelga hasta tener los equipos de radio aquí! 
Con el auxiliar de la materia de radio nos fuimos en un bus de la universidad a varias tiendas del centro de la ciudad. Después de dos horas, pudimos entrar al aula con micrófonos y el resto de equipos en la mano. ¡La huelga había triunfado! A partir de ahí, podríamos realizar prácticas reales de radio, aunque sólo habían de ser programas difundidos al interior de la Facultad.

Faltaba que se aprobara también el proyecto de emisora propia. Esa tenía que ser la meta del movimiento de estudiantes. Una meta que tardaría varios años en concretarse debido, por una parte, a los intereses electorales de las autoridades y, por otra, a los trámites que se tenía que realizar ante la Dirección de Telecomunicaciones para que asignara, dentro del espectro radial, una frecuencia a la radio Universitaria.


El primer paso se había logrado. A partir de ahí, seguiríamos avanzando aunque fuese lentamente…

lunes, 22 de agosto de 2016

RETAZOS DE UNA VIDA. LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA GABRIEL RENÉ MORENO UNA EXPERIENCIA MÁS EN MI DEAMBULAR POR BOLIVIA.

1994

-Esta es su aula, licenciado... La directora de la carrera de comunicación me había acompañado para mostrarme dónde trabajaría durante el semestre de 1994 con los estudiantes de radio.

El lugar era pequeño: unas cuantas banquetas con el típico apoyo para escribir y una pizarra desgastada, para escribir con tiza… ¿Lo más original? Al fondo de la pequeña aula, un arco de fulbito se apoyaba sobre la pared. ¿Se habría equivocado la directora? La materia de enseñanza que me asignaron era producción de programas de radio, no tácticas de fútbol… Ante mi extrañeza, alguno de los jóvenes se adelantó a explicarme:

-Durante el día sacamos el arco para jugar fulbito en los ratos de descanso y, al atardecer, antes de que termine la jornada, volvemos a guardarla en el aula para que nadie se la lleve…

Esa era la razón, así estábamos comenzando una carrera de comunicación, con radio y arco de fulbito incluido… En el aula había algo más de una docena de jóvenes. Con ellos comenzaría mi trabajo, tres noches por semana durante un semestre ¡de cuatro meses!

Todavía me faltaría otra pequeña y exótica sorpresa. Al acercarme al curso, en la siguiente jornada, encontré junto a la puerta del aula a un chico amarrado a una silla con una soga. En su pecho tenía un letrero escrito a mano: “Te quiero Adelita, y si tú no me correspondes, seguiré aquí amarrado hasta que me des el SÍ”

No podía creerlo… Año 1994, mes de agosto, en el corazón de una universidad, de la que más tarde se repetiría de memoria, como en coro griego, “Casa de Estudios Superiores”. Superiores, sí, pero ahí tenía a la entrada de mi aula a un muchacho enamoradizo, émulo tal vez de esas series románticas baratas que tanto abundan en la televisión de nuestro medio, pretendiendo obtener una respuesta a sus sueños de amor imposible. Era un chantaje afectivo… ¡pero no efectivo! Al poco rato, antes incluso de que entráramos al aula para proseguir las clases con el resto de los estudiantes, llegó la autoridad universitaria y lo desató, lo reprendió por su actitud poco correcta de pretender el amor y ser correspondido… 

El hecho no pasó de ser una anécdota, el joven no era alumno de mi materia y yo, recién llegado a la universidad pública, ni siquiera llegué a conocer a la joven de sus sueños. Lo que sí supe más adelante es que el muchacho no terminó su carrera y dejó los estudios soñando tal vez con encontrar otro amor ilusorio.

Y así, con sorpresas iniciales, luchando por superar la falta de tecnología en una materia que no puede ser puramente teoría, traté de que en la pizarra los estudiantes vieran cómo escribir un libreto radiofónico, cómo practicar lectura y vocalización, sin disponer de micrófonos ni de reporteras. Es decir: tratamos de hacer radio… ¡sin radio! 

De ese primer grupo guardo un especial recuerdo porque ahora, cuando han transcurrido ya 22 años, veo a varios de ellos trabajando en medios radiofónicos o televisivos. Una satisfacción al comprobar que algo haya quedado de lo sembrado en aquella aula, además de los goles que en horas de descanso hacían en el pequeño arco de nuestra carrera.

En honor a aquellos quince primeros estudiantes, y con el aprecio a todas y todos, me permito citar aquí sus nombres:
Arcani, Sixto // Beltrán, Juana // Camacho, Ma. Elena // Columba, Rosa // Cuéllar, Yanetd // Gonzáles, Carolina // Gutiérrez, Aida // Jaimes, Selmy // Lazio, Freddy // Ojopi, Freddy // Pinedo, Daniel // Ríos, Máximo // Ruiz, Gina // Tejerina, Carola // Verazaín, Ma. Fadua.

Con el paso de los años, como es lógico, se pierde la pista de sus vidas: casados ya, trabajando como profesionales en diferentes medios… Lo importante es que cada uno esté realizándose como ser humano y aportando a la comunicación en Santa Cruz.   


miércoles, 18 de mayo de 2016

CAMINO DEL CAMINANTE. Un extra en la historia del caminante.


UNA MIRADA, CINCUENTA AÑOS ATRÁS.


A veces es bueno hacer un alto en el camino para volver la mirada atrás y “al volver la vista atrás  -como diría Machado-  se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar”. 

Y eso me ha ocurrido en este mes de mayo de 2016 cuando contemplo el mayo de 1966. Una etapa que pude vivir desde Sucre, en mis primeros andares por esta Bolivia entrañable…



FE Y ALEGRÍA

Un 9 de mayo de 1966 este movimiento de educación popular iniciaba sus primeros pasos en Bolivia. Hace 50 años nacía, como toda nueva vida, de una semilla pequeña. Semilla importada desde Venezuela, gracias a la inspiración de un jesuita, el P. José María Vélaz que, en 1950, había iniciado una experiencia de educación popular.

Y esa semilla, años más tarde llegaría a nuestro país, difundida por otros jesuitas, el P. Víctor Blajot y el Hermano Humberto Portocarrero     -con el apoyo de religiosas-  para fructificar y multiplicarse…  ¿La base inicial de la experiencia? La humildad del pueblo comprometido con el cambio: en La Paz, en la zona de La Portada, el Sr. Octavio Amarro, un trabajador fabril, padre de ocho hijos, cede cinco dependencias de su humilde vivienda para que sean utilizadas como aulas… “Si no se hacen como estos pequeños…”

De igual forma, en Santa Cruz, donde antes no existían ni calles ni menos el asfalto   -fiel al lema de que “Fe y Alegría comienza donde se acaba el asfalto”-  se inició la escuelita de La Merced con apoyo de las religiosas Hijas de Jesús.

Después seguirían Sucre, Potosí, Oruro y Cochabamba. Con campañas y rifas todos en Fe y Alegría  -religiosos, profesores, estudiantes-  colaboraron para conseguir fondos para las escuelas.

    








UNIVERSIDAD CATÓLICA BOLIVIANA (UCB)

En el mismo mes, unos días más tarde, el 14 de mayo de 1966, correspondería también a los jesuitas dar los primeros pasos en la creación de la Universidad Católica, en la ciudad de La Paz. En aquel caso no había familia humilde que entregara parte de su hogar para empezar las clases. Fue el Superior Provincial de la Compañía de Jesús quien cedió su vivienda y el terreno de Següencoma para que se organizara también el primer curso.

No partió la Universidad Católica de una necesidad popular, sino del pedido de la Conferencia Episcopal de Bolivia. Era otro el público al que se iba a atender y muchos jesuitas jóvenes nos oponíamos a ese proyecto.

La obediencia a los obispos pudo más en los primeros años, pero pronto los jesuitas se retiraron de la UCB para que la Conferencia Episcopal designaran a otros una obra que  -sin negar lo meritorio de la enseñanza superior-  no respondía tan directamente a la vocación de la Compañía de Jesús: trabajar con los más marginados, esos que en palabras del actual Papa Francisco son los “descartados” de la sociedad.


¿CONTRASTE O COMPLEMENTO?

Para la celebración de los 50 años, en Fe y Alegría no hubo grandes acontecimientos ni visitas de autoridades. En Santa Cruz ni el alcalde ni el gobernador se hicieron presentes al acto de reconocimiento. La prensa tampoco cubrió un hecho tan importante a pesar de los miles de jóvenes que pasaron por sus aulas y de los más de cien mil adultos que salieron del analfabetismo y estudiaron gracias al Instituto Radiofónico Fe y Alegría.

En cambio, para la celebración de los 50 años de la Universidad Católica llegó desde Roma un representante del Papa y se reunieron en  la catedral diferentes autoridades. La prensa editó incluso una separata resaltando el crecimiento de la universidad en Bolivia: de treinta y un alumnos en 1966 ha pasado a catorce mil…

Como en muchas ocasiones, queda latente una inquietud: ¿Los humildes y marginados de esta sociedad son menos atendidos por esa Iglesia de Cristo Jesús que escogió  -según el Vaticano II y las declaraciones del CELAM-   a los más necesitados? ¿O ambas tareas son acogidas por la Iglesia y se complementan entre sí, desde la alfabetización de gente humilde hasta la titulación de “notables profesionales”?

Las palabras de Francisco son claras y contundentes: “No deben quedar dudas ni caben explicaciones que debiliten el mensaje. Hoy y siempre, los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio (…). Hay que decir sin vueltas que existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres. Nunca los dejemos solos” (La alegría del evangelio, nº 48).

jueves, 25 de febrero de 2016

CAMINO DEL CAMINANTE. Un extra en la historia del caminante.

CAP 3: CURAS CATÓLICOS EN COMUNIDADES ADULTAS



Después de un breve recorrido por La Mancha y por tierras murcianas, faltaba todavía uno de los motivos principales de esta etapa del viaje… A finales de octubre de 2015 estaba previsto un congreso internacional de curas católicos casados, que había de realizarse en la población de Guadarrama, cerca del monasterio de El Escorial, en Madrid.

No vi a ningún delegado de Bolivia, pero sí de otros países. ¿Será, me pregunté, que en Bolivia no existe ningún problema sobre el celibato?

Y recordé al buen obispo de Potosí, el francés monseñor Fey, cuando en una reunión de obispos para elegir al delegado que viajaría al Vaticano para participar en el Sínodo, le comentó al obispo de Cochabamba, monseñor Gutiérrez: “por favor, cuando esté en Roma, no se olvide del tema de los sacerdotes casados porque yo…   -y aquí bajando la voz-   me contentaría con que en mi diócesis los sacerdotes tuvieran una sola mujer!”.



El centro Fray Luis de León, fue el lugar apropiado para encontrarnos todos.

Fueron tres días extraordinarios de una experiencia novedosa ese encuentro con sacerdotes que, desde hace ya treinta años o más, habían dejado el celibato sin por ello renunciar al sacerdocio. 

Un grupo pequeño de sacerdotes que en los años posteriores del concilio Vaticano II, al verse frustrados por la lentitud  -e incluso el olvido-   en la aplicación de los cambios que esperaban de la Iglesia posconciliar, deciden trabajar en pequeñas comunidades, hacer una vida familiar y casarse sin por ello renunciar a un posible trabajo pastoral.

Nace así el MOCEOP, un grupo de creyentes en Jesús de Nazareth  -tal y como como se autodefinen-  surgido en la segunda mitad de los años 70 en torno al fenómeno de los curas casados y a las esperanzas de renovación originadas por el concilio Vaticano II. Aunque en su origen se unieron por el aspecto reivindicativo (celibato opcional), “la evolución histórica y la reflexión comunitaria nos han hecho ir ampliando horizontes y perspectivas. Sentirnos excluidos, acogidos, acompañados, amigos: ésas han sido las fuerzas que nos han aglutinado como grupo”.

Es un movimiento que no pretende cambiar la iglesia, sino vivir en iglesia de otra forma. Una iglesia en construcción y al servicio de las grandes causas del ser humano. Comunidad de creyentes en búsqueda, en solidaridad y en igualdad. 

No están embarcados en algo paralelo ni en confrontación con la iglesia: “Somos iglesia  -reafirma el MOCEOP-   en comunión. En redes. Unirnos siempre que sea posible con otros colectivos afines, para compartir y celebrar nuestra fe”.


La organización es mínima y funcional, unidos por unas cuantas convicciones que consideran básicas:

a) La vida como lugar de la acción de Dios: no las iglesias. La laicidad.

b) La fe en Jesús como Buena Noticia para la humanidad.

c) La Libertad, creatividad y pluralidad de las comunidades de creyentes.

d) La pequeña comunidad como un espacio en el cual vivir la comunión desde la igualdad radical.

e) Los llamados “ministerios eclesiales” como servicios a las personas y a las comunidades; nunca al margen ni por encima de ellas.



Al finalizar el congreso, después de la celebración eucarística, se leyó y aprobó la Declaración Final, que debía ser dada a conocer públicamente el 6 de enero, festividad de la Epifanía. 



Este es el texto final:
Iglesia, comunidades y ministerios

Tras casi cuarenta años de recorrido compartido (7 congresos internacionales, 7 latinoamericanos y otros muchos nacionales), el Movimiento internacional de curas casados  en su actual configuración como Federación Latinoamericana y Federación Europea, tras haberse reunido en un congreso en Guadarrama (Madrid, España), bajo el lema “Curas en unas comunidades adultas”, hemos decidido hacer público este comunicado.

En nuestro origen está la reivindicación de un celibato opcional para los curas de la Iglesia católica de Occidente: libertad que debería ser reconocida y respetada no sólo por ser un derecho humano, sino también porque la opcionalidad (y no la imposición) es más fiel al mensaje liberador de Jesús y a la práctica milenaria de las iglesias, así como por estar íntimamente relacionado con el derecho de las comunidades a tener servidores dedicados a su atención, hoy insuficientemente satisfecho.

Pero nuestro recorrido como colectivo ha ido ampliando esa perspectiva inicial  -que estuvo centrada en torno al celibato- para aspirar y avanzar  hacia un modelo de cura no clerical y un tipo de iglesia no asentada férreamente sobre un cura exclusivamente varón, célibe y clérigo.

Desde esos compromisos, nos atrevemos a decir:

1º.-  Estamos convencidos de que el modelo de cristianismo mayoritariamente imperante está desfasado. Un nuevo tipo de iglesia y de comunidades  es urgente.

2º.- El eje de este nuevo modelo de iglesia debe ser la comunidad, la vida comunitaria de los creyentes en Jesús. Y no podemos ignorar que las estructuras parroquiales en  un gran porcentaje  son dispensarios de  servicios religiosos y cultuales más que comunidades vivas.

3º.-  Es preciso un cambio estructural. Hay una inercia de siglos (Estado Vaticano, curias, leyes, tradiciones…) que actúa como un peso muerto y dificulta cualquier reforma progresiva.

4º.-  Solamente unas comunidades adultas, maduras, pueden llevar a cabo esa transformación estructural necesaria y urgente. La estructura actual -preferentemente centrada en la parroquia y el culto- no tiende sino a perpetuar el  inmovilismo y a adoptar cambios de forma sin ir al fondo.

5º.-  Los curas –sean célibes o no: no es esa la cuestión principal- no pueden seguir concentrando todo en sus personas y pretender asumir todas las tareas y responsabilidades.

6º.-  Esas comunidades adultas existen ya. Son pequeños grupos de dimensiones reducidas, donde sus componentes se conocen, comparten, viven la igualdad, la corresponsabilidad, la fraternidad y sororidad. Tenemos que seguir luchando por ese estilo de comunidades.

7º.- Esas comunidades son libres y ejercen la libertad de los hijos e hijas de Dios; no viven ancladas en el pasado. Su referencia no es la obediencia, sino la creatividad desde la fe. 

8º.- Desde esta óptica, resulta cada vez más contradictoria e injusta la situación de las mujeres: mayoritariamente presentes en la vida eclesial, pero apartadas tradicionalmente de las tareas de estudio, responsabilidad y  gobierno.

9º.- Y, finalmente, es preciso reconocer a estas comunidades el derecho a elegir y encomendar las tareas, servicios y ministerios a las personas que consideren más preparadas y adecuadas para cada tarea, sin distinción de sexo ni de estado.

Este camino no es sencillo.  Somos conscientes de que los compromisos que asumimos, pueden crear problemas: en ocasiones bordeamos la ilegalidad, aunque no por capricho o arbitrariedad; y  sabemos que, con frecuencia, la vida va muy por delante de la normativa legal y que el Espíritu no está sometido a leyes.

Los retos actuales nos exigen abrir caminos de diálogo y encuentro; y en esos campos tan necesitados de cambio, ser creativos, asumir el protagonismo de las comunidades y hacer así realidad aquellas intuiciones y declaraciones del Vaticano II (vida fraterna, solidaria, ecuménica, comprometida por la paz y la justicia con todos los hombres y mujeres de buena voluntad…)  que tanta ilusión despertaron, que fueron arrinconadas como peligrosas y que hoy, con la llegada del papa Francisco, han cobrado actualidad y recuperado su carta de ciudadanía en nuestra Iglesia.

Invitamos a todos los creyentes en Jesús a ser valientes y adentrarse en estas sendas de creatividad, adultez y libertad, para hacer cada día más real el Evangelio de la misericordia y de la responsabilidad ante los seres humanos y ante nuestra Madre Tierra.

6 de enero de 2016.